Llaman a la puerta; sale uno a abrir, extrañado, pues no son horas de visita y no se espera a nadie... y allí mismo, en persona, encarnada, en carne, hueso y espíritu... LA FILOSOFÍA.
Qué mejor visita para un estudioso (aunque sea obligado) de la filosofía.
Y puesto que ahí está, enfrente, dispuesta, solícita... ¿qué le pediría usted?
A un filósofo, BOECIO, parece que le ocurrió eso mismo.
Y tan inesperada visita vino a traerle consuelo.
Con lo que nos surge otra serie de peliagudas cuestiones:
¿Cómo es posible que la Filosofía aporte consuelo? ¿Qué consuelo puede dar la Filosofía?
No hay comentarios:
Publicar un comentario