¿Dónde van las palabras una vez expresadas, dichas? ¿qué queda de ellas; de la primera con forma de sollozo del recién nacido, de las últimas del moribundo?
Aire son en definitiva las palabras, y con su pequeño y ligero cuerpo gaseoso se unen a otras cientos, miles, formando vientos que las conducen, las arrastran a la nada.
Pero, ¿y si fuera posible conservarlas para siempre?
¿Y si además de árboles tan colosales como los descubiertos por Fran, tuviéramos otros, aún más insólitos, más extraordinarios? ¿ y si hubiera árboles capaces de capturar el viento y, más aún, lo que este arrastra?
Serían una especie de Árboles de Palabras...
Serían una especie de Árboles de Palabras...
... y, junto a otros formarían un bosque, el BOSQUE DE LAS PALABRAS.
Que no hay que imaginarlo porque existe realmente.
Está en la SIERRA PROCOMUNAL de CHINCHILLA de MONTEARAGÓN. Vale la pena ir a contemplarlo.
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