Prosigue la INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Vamos
a conocer y a trabajar con un personaje
histórico pero en este caso no tendremos que ir a ninguna enciclopedia ni
libro alguno para conseguir información sobre él. Aunque que nadie piense que,
por ello, ese personaje es menos importante.
Me
estoy refiriendo a mi abuela, que,
si se encuentra ahora en algún sitio, estará, sin duda, muy contenta de
observar las veces que su nieto la recuerda y el cariño con que lo hace.
Cada mañana cuando mi abuela salía por vez primera
de su casa siempre hacía el mismo gesto: se persignaba.
Si acaso le hubiéramos preguntado las razones y
motivos de su proceder, su respuesta no sería muy distinta de: santiguarse ayuda a tener buen día, propicia
que el día que comienza, dentro de la selva en que se ha convertido el mundo,
sea favorable, estemos protegidos, nada malo nos pase y los bienes se acumulen.
Pero no sólo eso, sino que además mi abuela, como
persona razonable y sensata que era, también era capaz integrar esa afirmación
dentro de una teoría y era capaz de explicar por qué pensaba lo que pensaba, es
decir, era capaz de dar cuenta, de explicar las razones de esa afirmación suya.
Pues bien, aceptemos esa tesis de mi abuela,
detengámonos en ella –en la tesis, no en mi abuela- para analizarla:
Santiguarse ayuda a tener un buen día
Pero, ¿que es lo que oigo, risitas,
murmullos? ¿qué es lo que os pasa? ¿estáis pensando acaso que mi abuela se
equivocaba, que tenía una visión errada de la realidad? Pero, ¡cómo os atrevéis
a poner en tela de juicio a una anciana que además era abuela, y además abuela
mía! Como habéis ido a la escuela –cosa que ella no pudo hacer- os ¿creéis más
listos? Pues nada, vamos a demostrarlo (no; no tenéis que demostrar que sois
más listos que mi abuela, qué más quisierais, sino que sois capaces de analizar
esa tesis)
·
¿Cuáles
son los presupuestos de esa tesis? ¿bajo qué condiciones se puede llegar a una
afirmación como ésa? Es decir, ¿qué es lo que piensa mi abuela para que sea
posible llegar a una afirmación como ésa?
·
¿qué
consigue mi abuela al pensar así? ¿qué obtiene, qué gana con ese pensamiento?
·
¿cómo
ha podido mi abuela llegar a pensar eso? Es decir, ¿cuál ha podido ser el
proceso de formación de esa idea?
·
Y,
finalmente, la afirmación ¿es verdadera o falsa? Evidentemente a mi abuela le
parecía verdadera y bien verdadera. ¿Y a vosotros? Y os aseguro que mi abuela
hubiera sido capaz de justificar su respuesta. ¿Y vosotros, seréis capaces de
justificar la vuestra?
o
¿Qué observaciones,
pruebas, experimentos, investigaciones haríais para demostrar la falsedad de la
afirmación?
Sed convincentes que mi abuela no se
convencía a las primeras de cambio. Más vale que presentéis buenos argumentos,
pruebas claras, irrebatibles, experimentos concluyentes, porque mi abuela era
muy exigente y dura en los debates y además muy buena discutidora.
En
eso, su nieto ha salido a ella, desde luego.
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