Hace ya un tiempo se nos preguntó:
¿cómo es posible que sentarse en un autobús pueda ser un símbolo de libertad?
Si quien está sentada es una mujer, y esa mujer es ROSA PARKS, el enigma comienza a aclararse.
Otros han repetido el mismo acto y en el mismo autobús.
El presidente de EEUU, Barack Obama, se ha sentado en el autobús en el que Rosa Parks, una mujer negra, se negó a ceder su asiento a un hombre blanco en 1955, uno de los momentos claves del nacimiento del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos.
En Dearborn, Michigan, el primer presidente negro del país aprovechó la oportunidad para entrar en el mismo autobús donde tuvo lugar este incidente en los años 50 en la ciudad de Montgomery (Alabama). El vehículo se encuentra en exhibición en el museo Henry Ford, donde Obama participaba en unas reuniones para recaudar fondos para la campaña electoral.
En la segunda de estas reuniones, Obama declaró lo que había experimentado sentado en ese autobús. "Apenas estuve sentado allí un momento y reflexioné sobre el coraje y la tenacidad, que son parte de nuestra historia reciente, pero que también son parte de una historia de larga data de gente que a veces no tiene nombre, que a menudo no aparece en los libros de historia, pero que ha insistido constantemente en su dignidad, en su participación en el sueño americano", afirmó.
Parks, fallecida a los 92 años, encendió la mecha de la lucha por los derechos civiles en EEUU hace más de medio siglo cuando se negó a ceder su asiento a un pasajero blanco en un autobús en Montgomery y desafió así las leyes de segregación promulgadas después de la guerra civil (1861-1865).
Sueños de paz y libertad
Esas leyes limitaban los sitios y servicios que podían usar los negros, y por ese hecho Parks fue detenida, enviada a la cárcel y multada con 14 dólares.
Su arresto provocó un boicot de 381 días en el sistema de autobuses organizado por un afroamericano entonces poco conocido: el reverendo Martin Luther King, que posteriormente se haría con el Premio Nobel por su trabajo.
Esa revuelta marcó el inicio de un movimiento que culminó en 1964 con la ley que prohibió la discriminación racial. Parks era reverenciada en Detroit, donde vivía desde 1957 y donde una calle y una escuela llevan su nombre.
En un acto en su honor en 1998, Parks aseguró que "sin visión la gente perecerá y sin valor e inspiración los sueños morirán, los sueños de paz y libertad".
EL MUNDO, 20/4/2012
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