viernes, 11 de noviembre de 2011

Reflexión sobre el mito de la caverna

¿Qué impulsos, fuerzas pudieron ser los que llevaron al prisionero a salir hacia el exterior?
Como dijo Aristóteles, todos los hombres desean naturalmente saber. Se presentan dos ideas. La primera es el miedo que tiene a salir fuera, a no saber lo que se va a encontrar, esto le impulsa a quedarse dentro de la caverna, mientras que la segunda idea es la curiosidad que tiene por saber si es mejor o peor lo que hay fuera.
Lo relacionamos con el mito de Adán y Eva, que la tentación les llevó a probar la fruta del árbol del conocimiento, esa curiosidad por saber qué pasará si comen un bocado de esa manzana, en este caso la curiosidad, producida por la tentación de la serpiente, les llevó a un cambio peor, ya que los expulsaron del Edén. Al igual que el preso de la caverna, la curiosidad le puede llevar a un cambio mejor o peor.
La conclusión es que al hombre de la caverna le impulsa el querer saber.
¿Quién puede y para qué liberar a los otros?
El único que puede liberarlos es el filósofo (el preso liberado), porque es el que puede razonar por sí mismo sus conocimientos, que son independientes al descubrir la realidad, y por tanto puede aportar razones acertadas y puede convencer a los demás de que realmente el exterior es mejor que estar dentro de la caverna. Entonces, liberaría a los demás si los quiere y no tener remordimientos.

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