jueves, 24 de noviembre de 2011

CABOS SUELTOS

Hay dudas, cuestiones, problemas que aparecen e inmediatamente se resuelven (los menos, desde luego). Otras, vienen, se dan una vuelta por clase, se quedan ahí un rato, pero a la vuelta, de regreso, un día, unos pocos días después, se clarifican. Bien, buen trabajo.

Pero, ay, otras son de otra clase bien distinta. Afloran de improviso, en cualquier momento, algunas incluso pueden pasar desapercibidas, enredadas en el tráfico diario del aula; invisibles casi, no acertamos a percibir su filo lacerante, hondo. ¡Ah! pero no os llaméis a engaño; ahí siguen, impertérritas pero molestas. Porque, antes o después, vuelven a bajar, descienden de los techos donde se han colgado camufladas para pasar inadvertidas, o surgen de improviso de un rincón donde quedaron en espera de manifestar de nuevo su faz desasosegante.

Sí; aparecen continuamente, y se nos acumulan, cuestiones inacabadas, asuntos pendientes, preguntas en suspenso…
Son como los hilos que quedan como restos después de la confección, sendas un poco inhóspitas que se entrecruzan con los caminos principales que recorremos,

CABOS SUELTOS, en suma.

Pero, a partir de ahora, aquí vendrán, se manifestarán y aquí quedarán, inquietos, como en ascuas, y exigiendo respuesta (o solución, aunque esto, definitivamente, quizás no la tengan). Como una especie de cajón de sastre, en que cabe todo y de todo, o acaso un CAJÓN DESASTRE, que también pudiera ser.



Y cuidado y atentos, que pueden venir solos, por sí mismos; o de la mano de cualquiera, porque cualquiera los puede hacer aparecer, traerlos hasta aquí.

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