COMENTARIOS A VALERIO DE VALERIA POR PARTE DEL PROPIO AUTOR. Referencias a Pedro Gómez Sánchez en los capítulos finales.
CAPÍTULO XIX UN VISITANTE INESPERADO
Después de la revelación todo vuele a la normalidad. Nos encontramos con escenas cotidianas, entre las que se cuelan alusiones a la casa romana, incluida la referencia a los "grifos".
El personaje que describimos se basa en muchos aspectos (tolerancia, capacidad de reflexión y paciencia) es mi compañero y amigo Pedro Gómez, profesor de filosofía. Aquí lo mostramos, tan contento y auténtico él, con sus alumnos de este curso 2018-2019.
Le he adjudicado el nombre de Filemón para hacer alusión a una de las más bellas leyendas griegas, y rica en enseñanzas, por cierto, la historia de Filemón y Baucis. De paso citamos a Ovidio, para que la novela se pueda usar como antología de literatura romana, grosso modo.
Acaba el capítulo con una alusión a la sagrada, complicada y muy de actualidad noción de la hospitalidad.
CAPÍTULO XX FILEMÓN
En un ambiente sosegado vemos una conversación educada en la que se nos deslizan, como quien no quiere la cosa, datos sobre la vida, las lenguas y las ciudades de oriente mientras se explican los platos cocinados en honor al cada vez menos misterioso Filemón. Los platos, por cierto, están tomados de Apicio, el famoso gastrónomo romano que nos dejó un libro de recetas.
Pero en un momento dado la conversación toma un giro inesperado:
— ¿Se han portado bien los dioses, en especial el dios Neptuno, en todo el viaje? —preguntó mi padre.
Filemón se lo pensó antes de responder.
—Puedo decir que la divinidad que mora en el cielo se ha mostrado propicia, como siempre.
Aquí nos encontramos por primera vez un conflicto entre politeísmo y monoteísmo, solventado con una formulación de tipo teológico y filosófico conciliadora: la divinidad que mora en el cielo. Una formulación inspirada en la que se utilizó después en el edicto de Milán: a fin de que quienquiera que fuere el numen divino y celestial pueda ser propicio a nosotros y a todos los que viven bajo nuestro imperio.
La conversación, cautelosa en extremo, se detiene en el uso de los términos sofista y filósofo.
Un detalle interesante es este: en ese momento vino el esclavo que traía el postre, Ptolomeo. Entró sonriente, pero algo debió de ver en Filemón que lo dejó parado. Hizo un gesto con la mano, que fue respondido con un raudo movimiento de manos del convidado. Podría haber pasado por una acción de espantarse una de las moscas que acudían al dulzor de la fruta, pero yo me di cuenta de que era una señal. El rostro de Ptolomeo cambió y salió con un semblante de paz.
Después explicaremos este gesto y en qué nos hemos inspirado.
La cena acaba con dulce de pan, que es lo que ahora llamamos torrijas. Tras esto las niñas se van a acostar y sigue lo que en griego llamaríamos un symposion, es decir, una conversación mientras se bebe en la que se tratan de temas humanos y divinos. Conversación a la que, por primera vez, asiste el joven Marco Valerio.
CAPÍTULO XXI LOS DIOSES
Tras hacer alusión a la seguridad de las vías y a la grandeza del imperio bajo los emperadores hispanos Trajano y Adriano, la conversación desemboca en las posiciones sobre los dioses. Con espíritu conciliador van a desgranarse múltiples opiniones, desde el monoteísmo filosófico a la crítica de autores como Jenófanes, o la negación de otros autores ateos o agnósticos.
Filemón se decanta por un monoteísmo conciliador, con ideas tomadas de Sócrates, Platón y Aristóteles. Todo un guiño a nuestro compañero Pedro, profesor de filosofía, recordémoslo.
Siguen citas de Terencio y Menandro, lo que hacen que esta novela se pueda de nuevo ver como una antología de textos y frases de autores clásicos.
— ¿Y qué es la verdad?
Esta es una pregunta rotunda que nos lleva directamente a Poncio Pilatos y al evangelio de san Juan, que se debió de escribir en fecha no muy lejana a la de los acontecimientos principales de la obra.
El texto sigue hablando sobre la idea de hacer el bien, con ecos de la filosofía estoica y epicúrea. Pero de pronto Filemón habla de otro personaje, no muy bien conocido, el llamado Nazareno, el Cristo. Filemón insiste en conciliar politeísmo y monoteísmo, pero el anfitrión le recuerda que el cristianismo está prohibido (una alusión a las persecuciones). Se produce un momento de tensión.
CAPÍTULO XXII QUIEN HABITA EN EL CIELO
De nuevo una expresión conciliadora abre el capítulo. Todo él abunda en opiniones y reflexiones que suponen una base humanística que podría ser reivindicada por paganos y cristianos. Citas y referencias de Sófocles y de Platón, por ejemplo. Aquí la conversación pasa de la filosofía a la religión, con la exposición de las opiniones adversas y en muchos casos inexactas que se tenían sobre los cristianos.
Este ambiente de conciliación y diálogo es fruto de la experiencia en un interesante curso de evangelización promovido por la diócesis de Albacete. Coincidió con los momentos en los que yo estaba con el libro, que es deudor en gran medida de los debates, reflexiones y comentarios que se trabajaron a lo largo de unas sesiones muy enriquecedoras: desde aquí damos gracias especialmente al equipo de Antonio Carrascosa, Javier Avilés, Rafael Sarrías y José Alberto Garijo.