martes, 9 de septiembre de 2025

COMENTARIOS A VALERIO DE VALERIA POR PARTE DEL PROPIO AUTOR. Referencias a Pedro Gómez Sánchez en los capítulos finales.

 

COMENTARIOS A VALERIO DE VALERIA POR PARTE DEL PROPIO AUTOR. Referencias a Pedro Gómez Sánchez en los capítulos finales.

 

CAPÍTULO XIX UN VISITANTE INESPERADO

Después de la revelación todo vuele a la normalidad. Nos encontramos con escenas cotidianas, entre las que se cuelan alusiones a la casa romana, incluida la referencia a los "grifos".

El personaje que describimos se basa en muchos aspectos (tolerancia, capacidad de reflexión y paciencia) es mi compañero y amigo Pedro Gómez, profesor de filosofía. Aquí lo mostramos, tan contento y auténtico él, con sus alumnos de este curso 2018-2019.

Le he adjudicado el nombre de Filemón para hacer alusión a una de las más bellas leyendas griegas, y rica en enseñanzas, por cierto, la historia de Filemón y Baucis. De paso citamos a Ovidio, para que la novela se pueda usar como antología de literatura romana, grosso modo.

Acaba el capítulo con una alusión a la sagrada, complicada y muy de actualidad noción de la hospitalidad.

 

 

CAPÍTULO XX FILEMÓN

En un ambiente sosegado vemos una conversación educada en la que se nos deslizan, como quien no quiere la cosa, datos sobre la vida, las lenguas y las ciudades de oriente mientras se explican los platos cocinados en honor al cada vez menos misterioso Filemón. Los platos, por cierto, están tomados de Apicio, el famoso gastrónomo romano que nos dejó un libro de recetas.

Pero en un momento dado la conversación toma un giro inesperado:

— ¿Se han portado bien los dioses, en especial el dios Neptuno, en todo el viaje? —preguntó mi padre.

Filemón se lo pensó antes de responder.

            —Puedo decir que la divinidad que mora en el cielo se ha mostrado propicia, como siempre.

Aquí nos encontramos por primera vez un conflicto entre politeísmo y monoteísmo, solventado con una formulación de tipo teológico y filosófico conciliadora: la divinidad que mora en el cielo. Una formulación inspirada en la que se utilizó después en el edicto de Milán: a fin de que quienquiera que fuere el numen divino y celestial pueda ser propicio a nosotros y a todos los que viven bajo nuestro imperio. 

La conversación, cautelosa en extremo, se detiene en el uso de los términos sofista y filósofo.

Un detalle interesante es este: en ese momento vino el esclavo que traía el postre, Ptolomeo. Entró sonriente, pero algo debió de ver en Filemón que lo dejó parado. Hizo un gesto con la mano, que fue respondido con un raudo movimiento de manos del convidado. Podría haber pasado por una acción de espantarse una de las moscas que acudían al dulzor de la fruta, pero yo me di cuenta de que era una señal. El rostro de Ptolomeo cambió y salió con un semblante de paz.

Después explicaremos este gesto y en qué nos hemos inspirado.

La cena acaba con dulce de pan, que es lo que ahora llamamos torrijas. Tras esto las niñas se van a acostar y sigue lo que en griego llamaríamos un symposion, es decir, una conversación mientras se bebe en la que se tratan de temas humanos y divinos. Conversación a la que, por primera vez, asiste el joven Marco Valerio.

 

 

CAPÍTULO XXI LOS DIOSES

Tras hacer alusión a la seguridad de las vías y a la grandeza del imperio bajo los emperadores hispanos Trajano y Adriano, la conversación desemboca en las posiciones sobre los dioses. Con espíritu conciliador van a desgranarse múltiples opiniones, desde el monoteísmo filosófico a la crítica de autores como Jenófanes, o la negación de otros autores ateos o agnósticos.

Filemón se decanta por un monoteísmo conciliador, con ideas tomadas de Sócrates, Platón y Aristóteles. Todo un guiño a nuestro compañero Pedro, profesor de filosofía, recordémoslo.

Siguen citas de Terencio y Menandro, lo que hacen que esta novela se pueda de nuevo ver como una antología de textos y frases de autores clásicos.

— ¿Y qué es la verdad?

Esta es una pregunta rotunda que nos lleva directamente a Poncio Pilatos y al evangelio de san Juan, que se debió de escribir en fecha no muy lejana a la de los acontecimientos principales de la obra.

El texto sigue hablando sobre la idea de hacer el bien, con ecos de la filosofía estoica y epicúrea. Pero de pronto Filemón habla de otro personaje, no muy bien conocido, el llamado Nazareno, el Cristo. Filemón insiste en conciliar politeísmo y monoteísmo, pero el anfitrión le recuerda que el cristianismo está prohibido (una alusión a las persecuciones). Se produce un momento de tensión.

 

 

 

 

CAPÍTULO XXII QUIEN HABITA EN EL CIELO

De nuevo una expresión conciliadora abre el capítulo. Todo él abunda en opiniones y reflexiones que suponen una base humanística que podría ser reivindicada por paganos y cristianos. Citas y referencias de Sófocles y de Platón, por ejemplo. Aquí la conversación pasa de la filosofía a la religión, con la exposición de las opiniones adversas y en muchos casos inexactas que se tenían sobre los cristianos.

Este ambiente de conciliación y diálogo es fruto de la experiencia en un interesante curso de evangelización promovido por la diócesis de Albacete. Coincidió con los momentos en los que yo estaba con el libro, que es deudor en gran medida de los debates, reflexiones y comentarios que se trabajaron a lo largo de unas sesiones muy enriquecedoras: desde aquí damos gracias especialmente al equipo de Antonio Carrascosa, Javier Avilés, Rafael Sarrías y José Alberto Garijo.

 

miércoles, 20 de agosto de 2025

Prólogo a Órganon de Pedro Gómez Sánchez

 

 

PRÓLOGO

 

Un libro y dos autores, uno ya experto y entendido en estas lides de la literatura; otro recién llegado, empezando y prometiendo. Un libro y dos autores, sí; pero además un buen libro y dos buenos autores; y encima de los que andan entre nosotros, con los que podemos encontrarnos en cualquier momento, dialogar, pasear, compartir; vamos, de los que son como nosotros, de los nuestros, en definitiva. Buenas razones, suficientes, para tenerlo, para comprar el libro, y, sobre todo, más que buenas razones, notables, para leerlo. Porque sí, chicos, nenes, tíos, el libro hay que leerlo, sí; incluso a pesar de esta presentación/introducción, el mayor, el principal, el único demérito, defecto, del libro que, como probablemente los autores advirtieron, haberlo (el defecto) tenía que haberlo (la perfección asusta por inalcanzable, inhumana) y por eso buscaron quien lo cometiera, y por eso mismo, este prólogo/ presentación/introducción. Y por eso mismo además otro error, el segundo, pero que en realidad fue el primero, el uno que llevó al otro: tanto tiempo y esfuerzo, tanta dedicación, perseverancia y clarividencia literarias para componer una obra, observar la conveniencia de un prefacio/prólogo/ presentación/ introducción, y elegir y encontrar a quien lo hiciera, para concluir, tras consumarse la elección, poniendo en manos inhábiles su realización que pasa a ser una perpetración. Al menos, este preámbulo/prefacio/ prólogo/presentación/introducción intentará responder aunque sea a una, y solo a una, de las altas expectativas que los autores depositaron en lo mismo.

 

 

 

 

 

Muy recomendable el libro por supuesto, quedó ya dicho, pero se repite aquí por si acaso y por tanta confusión y barullo del prologuista hubiera pasado inadvertido, porque como todas las obras recomendables ofrece muchas lecturas, muchas facetas. Es, por un lado, un libro de intriga y aventura (de los que gustan a la chavalería) pero también de amistad y compañerismo (de los que gusta la chavalería y cualquiera), con un deslumbrante y poderoso descubrimiento (y peligroso, como todos los descubrimientos deslumbrantes y poderosos), y asimismo un libro educativo (tan equivocadamente disgustante para el muchacherío).

 

No obstante, también permite otra lectura, otra visión; bien pudiera ser visto como un libro de viajes, entrando así en una fértil tradición literaria. Pero éste es de los que descubren la auténtica realidad del viaje, su verdadera naturaleza.

 

Nos podemos encontrar en él, entonces, con la figura del viajero, una de las representaciones excepcionales de la condición humana. Y es aquí donde este exordio quisiera detenerse para, aún negativamente, reflexionar sobre esa figura del viaje y del viajero. Porque, de la realidad del viaje, hay representaciones, modelos que no entienden el carácter profundo del mismo, que lo pierden y a la vez lo falsean.

 

Destacamos dos, muy conocidas y recurrentes: una clásica, eterna; otra relativamente novedosa, contemporánea.

 

 

 

 

 

Y empezamos al revés de la historia, por lo próximo, por lo más nuevo. Y así hallamos al turista, al viajero contemporáneo, a aquel que pasea indiferente y despreocupado por el viaje, que lo observa y recorre como si fuera un escenario, una sucesión de decorados; definitivamente superficial en su andadura queda impermeable, sin sustancia, a la realidad que visita, siempre desde afuera, solo acumulando, ni siquiera sumando, experiencias.

 

Y remontando a contracorriente en el curso de la historia, encontramos la otra figura, la antigua y clásica. Tampoco Ulises (no me perdonará Alfredo por esto, pero qué se le va a hacer) comprende el viaje. En el suyo, colosal, interminable, no vuelve más sabio, no vuelve mejor ni mejorado siquiera, sino solo más viejo, más cansado, más exhausto. En un momento dado parece que sí, que es el verdadero viajero; extraño para todos, extranjero en su tierra, nadie lo reconoce, como si fuera otro, distinto.  Pero no; es una ilusión (su perro desvela el espejismo; lo identifica, lo descubre); es el mismo el que regresa y él mismo; y queda de manifiesto con su última argucia, su último ardid. Por todo ello, retorna peor, empeorado por el viaje pero también por el tiempo.

 

Ninguna de estas dos figuras descubre la imagen verdadera del viajero, del viaje. Pues el verdadero, el auténtico viaje es el que hace cambiar, crecer, envejecer y rejuvenecer; es aquel en el que el que vuelve no es el mismo que el que inicialmente salió. El viajero queda siempre como un emigrante, un nómada de sí mismo, que ha entendido, por la fuerza de la realidad, que de ningún viaje se vuelve indemne; o acaso que de ningún viaje se vuelve, que no hay retorno posible.

 

 

Y así termina estoloquesea, y así se cumple lo acordado: responder a una, y solo a una, de las expectativas depositadas por los autores en un exordio o preámbulo o prefacio o prólogo o presentación o introducción que esta obra no necesitaba; una expectativa, la más fácil y sencilla, la única que está al alcance de quien esto escribe, el mismo que promete abandonar para siempre semejantes tareas de escritura: la brevedad.

 

Pedro Gómez

 

 

martes, 1 de julio de 2025

Resumen del homenaje a Pedro


 

Pedro, carta para su homenaje

 

Pedro, querido compañero, maestro, refugio y AMIGO.

¿Qué palabras te podemos dedicar, cuando tenemos este nudo en el estómago que nos impide hablar?

A ti, a nuestro Pedro, al mejor orador que ha tenido y tendrá el IES Río Júcar.

Tu presencia, tu sabiduría, tu sentido el humor, tu ironía, tu filosofía de vida, llenaba la sala de profesores, los pasillos, las clases llenas de alumnos y llenaba el alma.

Pero, nos negamos a escribir en pasado, porque Pedro, la impronta que has dejado en el centro y en cada uno de nosotros, es tan hermosa, tan fuerte, tan valiosa, nos ha calado tan dentro, que permanecerá por siempre con nosotros y en cada uno de tus alumnos.

Querías que los alumnos pensaran, que tuvieran criterio, que no tuvieran miedo a expresar lo que fuera, que no se dejaran llevar por la mayoría, que fueran en esencia, personas únicas.

Únicas, como único eras tú, hablar contigo no era algo convencional, era tratar temas que merecían la pena ser tratados, aunque en ese momento no parecían urgentes, realmente eran muy relevantes y esas conversaciones comenzaban a convertirse en un maravilloso e irrepetible legado que había que cuidar y compartir.

Gracias por tantas palabras hermosas que nos has transmitido siempre, tanto a profesores como a alumnos, por animarnos a ser nosotros mismos, a saber decir si, si aquello nos alegraba el alma o, a decir no, aunque eso, nos costara alguna noche sin dormir.

Docente excepcional, de los que muchas generaciones han tenido la suerte de disfrutar y a los que, has acompañado durante todo su paso por el instituto. ¿Por qué, qué profesor es capaz de transmitir los mensajes que tú transmitías y elevar el espíritu de la chavalería?

Tenías un empeño, como a ti te gustaba decir “férreo y hercúleo” en que, el paso de los alumnos por aquí, no fuera sólo una acumulación de conocimientos, si no algo mucho menos común, algo que sólo tú, podías lograr; dedicar tiempo a pensar y reflexionar sobre esos conocimientos, integrándolos y poniéndolos al servicio de las personas. Y esa es la gran diferencia, entre simplemente tener conocimientos y poseer sabiduría y humanismo.

Esa sabiduría y humanismo, era un privilegio del que todos, profesores y alumnos, hemos podido disfrutar y aprender porque, tu sabías como hacerlo cercano, porque tu sola presencia ya era serenidad, conocimiento, cariño, sosiego y refugio.

Refugio para muchos alumnos, a los que a través de “huerto, aledaños y distintos menesteres” (porque claramente tú, no ibas a llamarle a eso, Agenda 20-30…) acompañabas en su camino, sobre todo, si tú, con algún tipo de superpoder, que a día de hoy aún me fascina, habías detectado que ese camino era más tortuoso y con más obstáculos, que el del resto de sus compañeros. Qué capacidad la tuya de saber acompañar cuando era oportuno y preciso.

Pedro, has tenido la virtud de mejorar tu alrededor y de ser para otros sentido y fuerza para seguir, demostrando un ánimo inquebrantable ante la adversidad.

Va a ser difícil salir ileso de una ausencia como la tuya. Pero, nos has dejado tal legado en forma de semillas, que fuiste sembrando poco a poco y aportando el abono que cada uno necesitábamos, que cada primavera volverá a rebrotar.

Y querría terminar estas palabras, como tú me dirías, quitando un poco de empalagosidad y demás almibares y cerrar de una forma más heterodoxa y sustancial, así que, así termino:

JODER AMIGO, NO NOS QUEDA OTRA, CONTINUAREMOS TRABAJANDO CON LA CHAVALERÍA CON DILIGENCIA Y EMPEÑO FÉRREO Y POR SUPUESTO LUCHANDO PARTIDO A PARTIDO.

 

Con el máximo respeto, admiración, agradecimiento y cariño,

Isabel